Por Susan Bowerman, MS, RD, CSSD, CSOWM, FAND, Directora Senior, Educación y Capacitación Mundial sobre la Nutrición, Herbalife Nutrition
Noviembre, 2020. Hoy en día, muchos de nosotros sufrimos estrés a medida que buscamos la forma de encarar la “nueva normalidad”. Como las familias están todo el día juntas en casa, con los horarios laborales y escolares en constante cambio, una rutina diaria inconsistente puede aumentar la ansiedad e interrumpir la alimentación saludable. Esta incertidumbre puede aumentar el estrés que, a su vez, puede echar por la borda los planes de alimentación saludable y pasarle factura al cuerpo.
La respuesta natural del cuerpo ante el estrés nos hace sentir un poco más ‘acelerados’ y alertas. Esta reacción de ‘lucha o huida’ evolucionó como una forma de defendernos contra peligros o amenazas inesperadas. Pero cuando la respuesta ante el estrés se activa constantemente, puede desafiar al sistema inmunológico del cuerpo, dificultando aún más la protección contra enfermedades. Y como un sistema inmunológico saludable depende de una dieta rica en nutrientes, la buena nutrición es una de las mejores defensas contra la enfermedad, en particular en momentos de estrés permanente. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. El estrés también puede provocar fatiga o depresión; por eso, una alimentación saludable podría pasar a un segundo plano frente a las comidas rápidas o reconfortantes, a menudo cargadas de grasa, sal y azúcar. Y si opta por la cafeína para combatir la fatiga, ese recurso también puede fracasar porque altera el sueño.
Esos alimentos reconfortantes con alto contenido calórico pueden estimular la liberación de ciertos químicos en el cerebro que nos hacen sentir bien –al menos, a corto plazo– y querer seguir comiendo. Pero se forma un círculo vicioso: comer en exceso puede redundar en aumento de peso, que acentúa el estrés psicológico y, a su vez, puede llevar a seguir comiendo en exceso.
Si bien quizás no pueda eliminar el estrés, puede hacer algunas cosas que le ayudarán a manejar su respuesta ante el estrés.
· Elija comidas balanceadas. Intente incluir proteínas magras, como pollo, huevos, lácteos descremados, carnes magras, pescado, legumbres o productos de soja, en cada comida. Las proteínas sacian el hambre y ayudan a mantenerlo mentalmente alerta. Complete la comida con frutas y verduras frescas y cereales.
· Coma periódicamente y no se salte comidas. Cuando está estresado, es fácil posponer comidas o directamente saltearlas, pero esto reducirá sus niveles de energía y es posible que, cuando finalmente coma, termine comiendo en exceso. Si el estrés le quita el apetito, intente comer cantidades más reducidas con mayor frecuencia durante el día.
· Evite recurrir a la comida para reducir el estrés. En su lugar, una caminata enérgica o una taza de té de hierbas pueden ayudar. Si siente necesidad de comer, los alimentos duros y crocantes ayudan a liberar estrés porque hacen trabajar los músculos tensos de la mandíbula. Intente comer un puñado de almendras, porotos de soja o zanahorias baby como refrigerio.
· Reduzca la cafeína. Cuando las personas están estresadas, a menudo sienten falta de energía y recurren a la cafeína como energizante, pero esto puede alterar el sueño. Si la cafeína no lo deja dormir por la noche, beba café y té descafeinados.
· Intente que la hora de la comida sea un momento agradable, lejos del trabajo y otras fuentes de estrés. Si come en el escritorio mientras trabaja o paga las cuentas durante la cena, algo tiene que cambiar. Tómese un poco más de tiempo para tranquilizarse y relajarse mientras come: es probable que coma menos y disfrute más.